Percanta,
pebeta mía, no quiero enjetarme, pero cuanto me hinca en la tropilla de la
zurda oírte chamuyar así, cuanto me manda a hocicar este entuerto; haberte
pintao así, de zopetón, sin dejar ni una mueca. Desde que te has ido ando fulero
y el apunte se me arruga, apapeado, achacado, tan lleno de spleen… Así me ves y
voy, ando náufrago, con la vida al garete. Hasta parece que la huesuda se me
vino a cobrar todos los abacanados berretines; que ya no manyo, no laburo… ni a
los burros me arrimo. Así me ves y ando, cargando mi tropiezo, sin estación, con
este cuore así, parado en la cima de la fatiga proletaria como un estropajo de
voluntades atorradas, preguntándole a la luna por qué lares andarás, si sabrás
de mi…
Me
tenés encajetado en la ausencia. Te creía otro linaje, otra asunta, sabés que
me sobra rostro pa bancar el escofinazo; y si se viene lo pior, encarame
negrita, batile a este viejo coso que ya no le querés... mirame a los ojos y
decime que me borre, que me estrule, y me olivo en el primer bondi que pase.
Pero así no, así no… sin ni una chirola de esperanza te me fuiste.
Qué
baile tengo en el balero, que mishiadura, esta mistonga vida me sacude con
tanta shomería… Me dejaste en el molde, en gayola, hasta los leones se me caen
del socaga que puedas fajarme con tanta musa, o pior, la mula de otro que te
canta. Más vale chinita que no ande algún gavilán cantándote al oído mientras
yo te sufro como un rope, me matarías dos veces matado.
Siempre
después del taller me pianto pal café, con los chochamu, después a la milonga
de la sociedad del rioba, bien enpilchado, peinadito, con una sonrisa
amarrocada sólo para vos. Y nunca te me aparecés. Tu hermana me dice que te
fuiste al campo, que volviste, que agarraste los broli otra vez, me engrupe
como loco y yo le creo todito como el consuelo de una madre. Porfiado como mula
tuerta me la paso rondando la casa de tus padres, con el copete bajo,
ilusionado… si me vieran los amigos del fóbal así, cantándole a los pajaritos
como un pibe, en el orsai de los choma. Cómo me has cambiado negrita, si
supieras como gambeteaba los azares de la rantería y el compadraje en otro
cuento, y ahora así… todo chitrulo, como un puema enchastrado de anemia, tirando
del manso carrito de la yeta.
Yo
te manco bien, lo tengo bien manyado que te piraste pa no volver, pero hago la
pera de las tardes por el centro con tu vestido de flores, tus rulos en el
hombro de mi jetra, tu mano en mi pecho, tus labios rojos; todos esos abriles
en que le ganamos por afano al destino. No me entra en el pecho la idea de
perderte. Por las noches me asaltan películas en la zabiola, aullidos cargados
de arrepentimiento y perdón que deambulan como secretos por el zaguán; parece
maldito el conventillo, si me vieras, chillándole como un colifa a los
fantasmas de tu recuerdo…
Hay
días que quiero echar todo a rodar, que me manduque la noche en el escabio, el
brillo de algún paria en alguna escaramuza o así, como ahora, echarme en la
catrera a esperar que la sombra caiga sobre mis párpados y este estrole en el
cuore finiye. Pero no puedo viste, no puedo sabiendo que andás porai. Por eso me
aprieto las gambas y las achaco contra el piso del bulín, me hago el otario con
la mufa y salgo a la yeca pal laburo, como puedo, pero bien maula, como si
llevara tu nombre en el ojal. Quien dice cada día puede ser el día de los días
que amarroquen tu regreso.
Hoy
miré el calendario y me batió noviembre. Ya pasó casi un año. Suena el fuelle
en el olvido de la música y en la letra la ilusión, la ilusión de que esta
yunta de fieros reveses sea sólo una escondida, y a la final, una mañanita febril
de sol te cruce por el barrio y me espabiles con el brillo de tus ojos. Y que
nos devuelva el destino, nos devuelva.
Mientras
mato el tiempo como si fuera la última farra, desencajado, dándome la jailaife;
el disimulo es menester en estos casos ya que no me da el tupé para la lástima,
menos pal consuelo. Aunque la verdad es que no quiero avivar a ningún gil, que
sepan que estás sola otra vez. Reparto el chamuyo de que mi chinita está de
viaje, que pa diciembre va a volver. Esos buitres… ninguna runfla comerá de mis
sentires ni del revire de mi suerte.
En
el arte de domar el socaga de las verdades del cuore el macho se afana de
macho, desaparece, se corre, y deja que algún otro tipo que lleva dentro se
coma el marrón. Pero señores, si ustedes vieran a mi chinita linda, si supieran
lo que valen sus ojos… Gomias, el macho llora, el macho gimotea, el macho
deambula los rinconcitos de la nostalgia como el pibito que busca la alegría en
las hamacas de la plaza… al final del día, o mejor, con el cuento lungo y ya recorrido,
haber llorado lo hará más macho. Pero pienso, de qué sirve este garrón en que me ha reculado la vida si mi chinita no vuelve,
de qué sirve tanto punto si el destino no le pone la banca, si de tanto voy a
aprender todo pero no podré ponerle el moño de sus besos. Estoy arrepentido
negrita, ya te dije, ninguna de estas fulerías hará espichar la suerte de haber
cabalgado la melodía de tus sueños. Aquí te espero. Juro, prometo y cumplo.
En
la escuela de la vida y sus aulas desiertas de desdén yo quiero volver a escurrirme
en aquellos pasillos gastados por el decir sincero, aquel patio de la escuela, aquel
pilarcito escondido, el lugar secreto donde como un purrete te declare mi amor
y tu sonrisa se hinchó de futuros…
(2011)

3 comentarios:
Extrañaba leerte por acá!
Emocionante volver a leer esas viejas palabras!!
La música expresa lo q no puede ser puesto en palabras y lo q no puede mantenerse en el silencio..."
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