8.12.13

Éxtasis musical

Existen tantas melodías que me recuerdan a tus ojos... las figuras de tu imagen se impregnan en canciones como la luz en los reflejos, entre albores de mundos lejanos los sonidos parecen atraerte y convocarte. Deambulas en fluctuaciones e intensidades, siempre resplandeciendo. Incesantemente todo se transforma en tus apariciones y de tus semejanzas se ajustan las cosas; el sentido que une las referencias de todo lo que veo parece componerse de las pulsaciones de tu presencia. ¿Será que el mundo te refleja? ¿O eres tú la que irradia todo mi mundo? Probablemente, pero reconocerlo me asusta casi tanto como me llena de orgullo. Tu imagen centellea mundos que iluminan todas las apariencias de un universo en perpetua expansión. Perdóname, por eso me espanto, por eso no aparezco ni muestro estas verdades; reconocer el amor es un acto de vulnerabilidad extrema, un paroxismo del ego. 
Cada segundo despunta en latidos, en música para las flores... y me abraza la inocencia que te recorre en los pequeños movimientos de elevar un deseo a los cielos. Son nacimientos tus imágenes, estoy seguro que los consientes y te corresponden; siempre trato de justificar tu belleza, tal vez por eso las imágenes son interminables, porque la travesía es imposible, una melodía infatigable. Eres tan única y tan etérea, no sólo porque no te tengo aquí, sino porque tú esencia deambula de flor en flor, como si el tiempo fuera el polen, el tenue tacto de las caricias de tu mirada cada vez que se ha posado en mí. ¿Este resplandor regresa incansablemente o nunca se ha ido? ¿Eres la más amable inspiración o te has apoderado de mí? ¿Eres tú o es mi deseo enardeciéndose? Adentros y afueras. Presencias y distancias. Tanta pasión, tanta incertidumbre.
“Ese es el camino”, dirían los más románticos o los más valientes; “no debes perderte en el amor”, dirían los más pensantes o los más sufridos. Distinguir o identificar con generalidades el cauce de estas mociones sería un insulto, cortar el velo que envuelve la novedad, lo asombroso de un acto irrepetible. La vivencia es indubitable.
Y todo esto es tan real como el mismísimo cielo. Todo esto es tan serio como la propia existencia. Y se me irá la vida en el silencio, se perpetuarán las ilusiones de la infancia, el tiempo viajará en los soplos de tus figuras vagando por mis más nostálgicos jardines, entre las canciones de tu cuerpo y los mundos de tus ojos; pronunciaré todos tus nombres hasta que vuelvas a convertirte en poesía...
No puedo creer que después de tanto tiempo no lo hayas notado, un poco me consuela, pero mucho más lo lamento. Algo de mi quiere, y desespera, algo de mi no quiere, y también desespera. Todos sabemos que la desesperación es una trampa; esta desesperación es una trampa oceánica, tiene celdas inmensas como para no aburrirse nunca.
Siempre encuentro en la prestancia de las brisas del recuerdo algún aroma, algún sonido, alguna imagen que me obliga a detener mis sentidos y confiar en que todos esos mundos algún día podrían ser nuestros, que podríamos habitarlos y construir un futuro con nuestras manos. Dicen que abrir las compuertas del deseo es sacudir la esperanza, moldear las formas de la ilusión, convertir las quimeras en apariencia. Pero dudo que todos estos universos respeten alguna ley, algún molde, algún ejemplo...
No creo que aquí exista el tiempo. Yo siento lazos, veo redes, escucho los pliegues de todas las melodías que merodean el unísono de tu nombre. Busco inútilmente pronunciarme también, llevado por los ecos, casi obligado por las resonancias, me reflejo a través de los cristales que redoblan los cielos y desde allí, en un perpetuo bienestar, puedo verte en todos tus modos, todas tus edades y todas tus formas... Salgo, y el día me da un baño de sol; vuelvo, y la noche siempre es tuya. Una y otra vez voy y vuelvo, del vacío a la abundancia, del silencio a los más embriagadores versos. Una y otra vez me detengo, maravillado, absorto en los sonidos de la ausencia…

(2007) 


   Chris Cornell  - Sunshower

27.8.13

Fulería

Percanta, pebeta mía, no quiero enjetarme, pero cuanto me hinca en la tropilla de la zurda oírte chamuyar así, cuanto me manda a hocicar este entuerto; haberte pintao así, de zopetón, sin dejar ni una mueca. Desde que te has ido ando fulero y el apunte se me arruga, apapeado, achacado, tan lleno de spleen… Así me ves y voy, ando náufrago, con la vida al garete. Hasta parece que la huesuda se me vino a cobrar todos los abacanados berretines; que ya no manyo, no laburo… ni a los burros me arrimo. Así me ves y ando, cargando mi tropiezo, sin estación, con este cuore así, parado en la cima de la fatiga proletaria como un estropajo de voluntades atorradas, preguntándole a la luna por qué lares andarás, si sabrás de mi…  
Me tenés encajetado en la ausencia. Te creía otro linaje, otra asunta, sabés que me sobra rostro pa bancar el escofinazo; y si se viene lo pior, encarame negrita, batile a este viejo coso que ya no le querés... mirame a los ojos y decime que me borre, que me estrule, y me olivo en el primer bondi que pase. Pero así no, así no… sin ni una chirola de esperanza te me fuiste.    
Qué baile tengo en el balero, que mishiadura, esta mistonga vida me sacude con tanta shomería… Me dejaste en el molde, en gayola, hasta los leones se me caen del socaga que puedas fajarme con tanta musa, o pior, la mula de otro que te canta. Más vale chinita que no ande algún gavilán cantándote al oído mientras yo te sufro como un rope, me matarías dos veces matado.
Siempre después del taller me pianto pal café, con los chochamu, después a la milonga de la sociedad del rioba, bien enpilchado, peinadito, con una sonrisa amarrocada sólo para vos. Y nunca te me aparecés. Tu hermana me dice que te fuiste al campo, que volviste, que agarraste los broli otra vez, me engrupe como loco y yo le creo todito como el consuelo de una madre. Porfiado como mula tuerta me la paso rondando la casa de tus padres, con el copete bajo, ilusionado… si me vieran los amigos del fóbal así, cantándole a los pajaritos como un pibe, en el orsai de los choma. Cómo me has cambiado negrita, si supieras como gambeteaba los azares de la rantería y el compadraje en otro cuento, y ahora así… todo chitrulo, como un puema enchastrado de anemia, tirando del manso carrito de la yeta.  
Yo te manco bien, lo tengo bien manyado que te piraste pa no volver, pero hago la pera de las tardes por el centro con tu vestido de flores, tus rulos en el hombro de mi jetra, tu mano en mi pecho, tus labios rojos; todos esos abriles en que le ganamos por afano al destino. No me entra en el pecho la idea de perderte. Por las noches me asaltan películas en la zabiola, aullidos cargados de arrepentimiento y perdón que deambulan como secretos por el zaguán; parece maldito el conventillo, si me vieras, chillándole como un colifa a los fantasmas de tu recuerdo…
Hay días que quiero echar todo a rodar, que me manduque la noche en el escabio, el brillo de algún paria en alguna escaramuza o así, como ahora, echarme en la catrera a esperar que la sombra caiga sobre mis párpados y este estrole en el cuore finiye. Pero no puedo viste, no puedo sabiendo que andás porai. Por eso me aprieto las gambas y las achaco contra el piso del bulín, me hago el otario con la mufa y salgo a la yeca pal laburo, como puedo, pero bien maula, como si llevara tu nombre en el ojal. Quien dice cada día puede ser el día de los días que amarroquen tu regreso. 
Hoy miré el calendario y me batió noviembre. Ya pasó casi un año. Suena el fuelle en el olvido de la música y en la letra la ilusión, la ilusión de que esta yunta de fieros reveses sea sólo una escondida, y a la final, una mañanita febril de sol te cruce por el barrio y me espabiles con el brillo de tus ojos. Y que nos devuelva el destino, nos devuelva.
Mientras mato el tiempo como si fuera la última farra, desencajado, dándome la jailaife; el disimulo es menester en estos casos ya que no me da el tupé para la lástima, menos pal consuelo. Aunque la verdad es que no quiero avivar a ningún gil, que sepan que estás sola otra vez. Reparto el chamuyo de que mi chinita está de viaje, que pa diciembre va a volver. Esos buitres… ninguna runfla comerá de mis sentires ni del revire de mi suerte.
En el arte de domar el socaga de las verdades del cuore el macho se afana de macho, desaparece, se corre, y deja que algún otro tipo que lleva dentro se coma el marrón. Pero señores, si ustedes vieran a mi chinita linda, si supieran lo que valen sus ojos… Gomias, el macho llora, el macho gimotea, el macho deambula los rinconcitos de la nostalgia como el pibito que busca la alegría en las hamacas de la plaza… al final del día, o mejor, con el cuento lungo y ya recorrido, haber llorado lo hará más macho. Pero pienso, de qué sirve este garrón en que me ha reculado la vida si mi chinita no vuelve, de qué sirve tanto punto si el destino no le pone la banca, si de tanto voy a aprender todo pero no podré ponerle el moño de sus besos. Estoy arrepentido negrita, ya te dije, ninguna de estas fulerías hará espichar la suerte de haber cabalgado la melodía de tus sueños. Aquí te espero. Juro, prometo y cumplo.
En la escuela de la vida y sus aulas desiertas de desdén yo quiero volver a escurrirme en aquellos pasillos gastados por el decir sincero, aquel patio de la escuela, aquel pilarcito escondido, el lugar secreto donde como un purrete te declare mi amor y tu sonrisa se hinchó de futuros…

(2011)


   Ruben Juarez  - Pasional (en vivo)