7.2.10

Ser o estar...

eres loco, yo soy loco... somos todos locos. Él... no, él es un loco de atar, está más loco que la definición de locura(?). Ella... ella es una perra del infierno soltada deliberadamente en la faz de la tierra, está muy loca. La locura es una potencialidad más o menos dada en cada uno, pero dada al fin. Lo que hagamos con eso solamente definirá nuestra disposicionalidad: estar más o menos locos. Hemos aprendido a construir máscaras –¿sirve de algo decir que persona en griego significa máscara?–, muchas máscaras que podemos incluso intercambiar o combinar. Pero nadie puede sostener la cordura(?) durante tanto tiempo como tú; tienes esa virtud, has realizado tantos aprendizajes... dicen es la resiliencia, una máscara bien dura. Tú eres un bien nacido resiliente, capaz de soportar toda la magnificencia de la locura de este mundo, pero no sólo eso, sino también las pequeñas locuras enmascaradas de los otros, que son mucho más ampuliformes y despiadadas, pues recaen en el detalle y el detalle es la quintaesencia de la locura. Secretamente sabes que también eres un loco más, pero has desarrollado el medio como para no estarlo. Temes que tu máscara se caiga, destiña o pase súbitamente de moda. Confías en tu estarte cuerdo pero desconfías de tu ser loco tan normalmente como lo ha realizado el hombre a lo largo de la historia, pero, ¿cuál es la clave? ¿Cuál el secreto? Hubo un momento en que descubrir la diferencia entre “ser” loco o “estar” loco te hizo sentir lo suficientemente tranquilo como para dejar de meditar al respecto... te dejaste de jugar con las máscaras, conservaste ese viejo y cansino modo de habitar en el mundo... maldito error! fueron los momentos en que la locura(?) ganó más espacialidad en tu cuerpo... Por suerte el tiempo está de tu lado, recuperaste la cordura(?) miles de veces con cientos de antifaces, caretas y disfraces; a veces con mucha fuerza incluso, sentando las bases como para creer o fantasear que nunca la volverías a perder. Sin embargo, por más esfuerzos y voluntades, siempre aparece, entonces, la locura del otro, donde el ser de su locura nunca coincide con el estar de los criterios de tu máscara o de tu locura. Así, una y otra vez, te debates entre tu locura, la locura del otro y la locura(?) como fenómeno... habiendo perdido ya todo su forma y sus variables hasta el hartazgo... sientes que de contarlo todos pensarían que estás loco(?)... vuelve a tu cuarto, comienza nuevamente a pintar y cincelar otros rasgos, que mañana será un nuevo día...

(2006)

2 comentarios:

Guillermo dijo...

Veremos cómo sigue el experimento... Saludos.

Anónimo dijo...

Estoy loco, soy loco, estas loco, eres loco, estamos locos, somos todos locos... ¿importa la diferencia?
Tal vez la máscara de la cordura haga resiliente a un bien nacido entre tanta locura contra la cual no tiene que luchar, tan solo saber escuchar y respetar.