8.3.10

Extracampina

Eso que está, eso que no está... eso que es pero no sabes hasta que punto es cierto. Eso que se ha ido sin avisarte y ha regresado para acusarte. De algo estás seguro, lo que es siempre deja de ser, y el no-ser, por más que te pese, es un sustento de la conciencia, un arrobado misterio, una invención y un consuelo, aquello que sólo pronunciarás una única vez. Depende de ti dejarlo ir o permitir que te acuse, no depende de nadie que regrese como la revelación de un secreto... ¿O prefieres engañarte? No lo harás conmigo.
Esa mentira, esa palabra que dijiste y sabes la sostendrás toda una vida, pues ya es cierto para los otros –no debes desilusionar la realidad que has creado. Eso que eres, ese latido en tu cien recordándote todo lo que no eres. Años de sufrimiento forjando una personalidad que te traiciona ante el más mínimo obstáculo, años de sufrimiento que se resuelven en un gran golpe de suerte, en una palabra. También has aprendido el paroxismo de la alegría, por supuesto, la adoras, la buscas, la inquieres... Ese “extra” que has observado como sólo tú puedes hacerlo, eso que te nutría tanto y has olvidado, has recuperado y has vuelto a perder sólo en parte, concientemente, porque te hacía daño.
El mar, esa imagen del mar inmenso, inconmensurablemente tuya. El cielo, la perplejidad de las estrellas... el cosmonauta que fuiste cuando niño. Los sueños y el miedo que nos aventuran por todas partes. Las lágrimas secadas en la oscuridad que se arrullan en los rincones de tu habitación, de tu campo individual. ¿Cuántas noches te has desvelado? ¿Podrías quitarle el velo a tus mentiras? ¿Podrías ahogarte en lágrimas? Nos gusta jugar y seducir con el dolor, pero casi siempre sobrevivimos y nos sobreviven...
Todo está en tu campo, en el mío, todo está fuera y dentro, todo es real e irreal. Es tu secreto –el secreto de todos sigue siendo tu secreto–, lo llevarás a la tumba, lo compartirás de a migajas, serás austero, pues tu afectividad, como la sexualidad, es sagrada, por eso debes brindarla y no brindarla, a veces extra-blindarla y a veces ser un manojo de impulsos primitivos, una bestia.
¿Extra o intra? Fuera del campo, ¿qué campo? ¿Dentro de ti mismo? ¿Dónde termina tu propio campo? Cuerpos entre cuerpos del mundo, entre-mundos... propiedades expropiadas. ¿En quién debo creer? Dímelo tú, que de seguro esta noche te espera una almohada llena de conocimientos. Yo continuaré toda la noche en el intento por lo imposible y magnífico que es tratar de ser y estar lo más humanamente presente. O tal vez te diga eso para dejarte en paz y probablemente salga por ahí a buscar algo que no sé si estoy buscando... el recuerdo de una vieja amistad, las vehemencias del amor, la seducción de lo que más se parezca a la acusación que la muerte te confía cuando te olvidas de la vida... eso, campos y no-campos, adentros y afueras, pérdidas y conciencias, pasados de futuros. Y que los secretos sean las estrellas que regresan una y otra vez, incorruptibles, hambrientas de verdad. Como cuando niños nos abrazábamos al mar o nos hundíamos en el cielo y todo, todo era una sola y la misma cosa...

(2006)


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1 comentario:

paula dijo...

supongo entonces no hay adentros ni afueras. hay mundo. qué enorme que suena no? hermosamente evocativo el texto.